La nueva realidad del mundo pospandemia develó viejos problemas de la humanidad tales como la crisis climática, la migración y diversas emergencias humanitarias cada vez más complejas agravadas por los ataques contra la democracia y los derechos humanos especialmente de mujeres y las niñas, que trascienden las fronteras y demandan nuevas y creativas soluciones globales, con socios de todo el mundo, para ayudar a construir una respuesta internacional coordinada que permita afrontar el impacto socioeconómico generado, mediante la coordinación de estímulos presupuestarios y monetarios por parte de los países más desarrollados, quienes deben trabajar por un aumento radical en los recursos de cooperación a todo nivel y demostrar en términos muy concretos que esta es eficaz y responsable en tiempos de crisis.

En muchas partes del mundo, millones de personas que se sustentan en la economía informal, debieron hacer frente a la pandemia sin red de seguridad social alguna, mientras que ninguno de los otros problemas que les agobiaban antes del coronavirus ha desaparecido, por el contrario, han empeorado como la pobreza multidimensional, los DD. HH., la corrupción y el deterioro del medio ambiente, entre otros. 

En Colombia, particularmente, se escuchan múltiples voces de la comunidad internacional que bogan por un cambio de paradigma frente a la construcción de paz, que comprometa a tanto al gobierno nacional como a los gobiernos locales, la academia, la empresa privada y la sociedad civil, para que asuman el gran desafío de contribuir al desarrollo de un modelo social más equitativo e incluyente en donde las alianzas estratégicas en sus múltiples escenarios, están llamadas a convertirse en factor potenciador del desarrollo en los territorios y para lo cual se requiere talento humano altamente especializado.